Siempre que he ido a una fiesta de cumpleaños y no ha sido por ahí de fiesta, es decir, que ha sido en la casa del individuo que cumple los años, había sido una reunión de amigos en la cual el resto de la familia del agraciado con la fiesta no participaba.
Hasta ahora eso es lo que yo veía como normal. Bueno sigo viéndolo como normal. El caso es que este fin de semana pasado, he ido a una fiesta de cumpleaños especial. El cumpleaños era el de Fabiola.
Especial, ¿por qué especial?, os preguntaréis, pues bien os cuento…
primeramente la fiesta era especial por quienes la formábamos 😛 verdad chavales… (bueno de los que fueron no sé si alguno leerá esto, Ana, Vane..), segundo era especial por la persona objeto de celebración ¡¡¡GUAPA FABI!!! y tercero y concretamente por lo que escribo todo esto, por cómo se desarrolló el festejo.
Una de las cosas que más me llamó la atención fue que la cena, cosa que no debe faltar en toda buena celebración, fue una cena familiar, es decir, toda la familia al completo con Fabi, hermanas y papis. Esto al principio te choca un poco ya que, como he dicho con anterioridad no estoy acostumbrado, pero al tiempo que transcurría la cena te percatabas de lo enrollados de los padres y pensabas ¡¡jo que a gusto se está aquí!!. Una de las anécdotas de la cena fue el momento en el que al papá Soler se le ocurrió hablarnos de las superproducciones cinematográficas de las hijas… ¡¡¡¡ Qué bueno !!!, claro nos puso los dientes largos y todos queríamos verlas. Entre bromas y bromas ciertamente ese fue el final, nos encontramos todos en familia viendo el film en el comedor de su casa (por cierto un aplauso para las actrices que lo hicieron genial). Terminado este acontecimiento los papás Soler sacaron una botella de Cava (Catalán por cierto :P, que nadie se ofenda, que a mi me da = que sea catalán) y de nuevo todos en familia brindamos por la cumpleañera, Fabi.
Claro, después de todo lo visto, no se te ocurre como puede continuar la cosa. De repente ¡¡que empiece la fiesta!!, música y a bailotear todos allí en el salón todos allí juntos y presididos por papá y mamá Soler… ¡¡qué entrañable!!.El caso es que me sentía como en pocas fiestas de cumpleaños, todos parecíamos uno más de la familia aunque realmente algunos de nosotros éramos prácticamente nuevos en esa casa, es decir, que los padres no nos conocían.
Tengo que felicitar a la familia Soler por su tan grandiosa hospitalidad y generosidad. Un abrazo a todos y cada uno de sus miembros.
Un saludo y hasta pronto.